Si el suelo o las paredes presentan grietas, desprendimientos de material, manchas blanquecinas por sales, o acumulación de humedad y moho, son claros indicadores de problemas. Además, una superficie rugosa, porosa o difícil de limpiar, que se ensucia con facilidad o resbala cuando está mojada, también sugiere la necesidad de un revestimiento que mejore la seguridad y el mantenimiento.